lunes, 19 de abril de 2010

Feria de Abril 2010

La primavera en Sevilla es una época de fiestas y tradiciones que hacen a nuestra ciudad distinta al resto. Pasada ya la Semana Santa, nos metemos de lleno en la Feria de Abril, dispuestos a disfrutar de unos días de asueto dentro de la rutina de cada uno.

Como es tradición desde hace algunos años, el próximo jueves día 22 de abril se celebrará una jornada de convivencia destinada a todos los socios en la Feria de Abril. La cita será a las 16:30 horas en la caseta de la familia Del Solar Barrios, sita en la calle Antonio Bienvenida número 55.

Con la seguridad de pasar una jornada agradable disfrutando del ambiente de fiesta que nos embriaga y esperando contar con vuestra presencia, recibid un cordial saludo.

martes, 6 de abril de 2010

Acampada de Supervivencia

Un año más Aire Libre se acerca a los animadores para ofrecerles la oportunidad de asistir a una acampada de supervivencia, con el objetivo de seguir profundizando en su formación en el mundo del ocio y el tiempo libre en contacto con la naturaleza, enmarcado en el ideal del proyecto que nosotros impulsamos.

La Acampada de Supervivencia es una de las actividades dirigidas a los socios con mayor respaldo institucional e importancia para el grupo y supone una ocasión única para estrechar lazos y convivir en un entorno natural. Se trata de una acampada itinerante que a lo largo de sus tres etapas consigue conocer a fondo el medio natural sobre el que se desarrolla.

En esta edición hemos escogido el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche como marco sobre el que realizar la acampada por el interés paisajístico y medioambiental que éste encierra, así como por ser ejemplo de la diversidad de flora y fauna que acoge.

El desplazamiento se realizará en autobús, a través de la línea regular de la empresa Damas que une Sevilla y Rosal de la Frontera. La salida desde la Estación de Autobuses de Plaza de Armas se hará el viernes 9 a las 16:00 horas, por lo que quedaremos allí a las 15:30 horas. La llegada a Galaroza está prevista a las 18:00 horas.

El recorrido a pie será Galaroza-Jabugo-Almonaster la Real-Cortegana. Se trata de un trazado de dificultad media que transcurre en todo momento por senderos señalizados del Parque Natural.

El regreso será el domingo 11 desde Cortegana en el autobús de las 16:10 horas. Llegaremos a la Estación de Autobuses de Plaza de Armas a las 18:00 horas aproximadamente. El precio del billete aproximadamente 20 € ida y vuelta, que debe abonar cada uno. El resto de gastos los cubre Aire Libre.

La circular firmada autorizando a asistir a la acampada se recogerá durante el recreo del miércoles día 7 de abril. Dicha circular se puede descargar en esta misma página en la sección descarga de documentos. Es importante que entreguéis la circular a tiempo para la correcta organización de la acampada.

lunes, 5 de abril de 2010

Feliz Pascua de Resurrección

Lectura del Evangelio según San Juan 20, 1-9:
"El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; éste no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos".

La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana. Por eso, la celebración de la fiesta de la Resurrección es la más grande del Año Litúrgico, pues si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe y también nuestra esperanza. Y esto es así, porque Jesucristo no sólo ha resucitado Él, sino que nos ha prometido que nos resucitará también a nosotros. En efecto, la Sagrada Escritura nos dice que saldremos a una resurrección de vida o a una resurrección de condenación, según hayan sido nuestras obras durante nuestra vida en la tierra.

La Resurrección del Señor recuerda un interrogante que siempre ha estado en la mente de los seres humanos, y que hoy en día surge con  renovado interés: ¿Hay vida después de esta vida? ¿Qué sucede después de la muerte? ¿Queda el hombre reducido al polvo? ¿Hay un futuro a pesar de que nuestro cuerpo esté bajo tierra y en descomposición, o a pesar de que tal vez esté hecho cenizas, o de que pudiera quizá estar desaparecido en algún lugar desconocido?

La Resurrección de Jesucristo nos da respuesta a todas estas preguntas. Y la respuesta es la siguiente: seremos resucitados, tal como Cristo resucitó y tal como Él lo tiene prometido a todo el que cumpla la Voluntad del Padre. Su Resurrección es primicia de nuestra propia resurrección y de nuestra futura inmortalidad. La vida de Jesucristo nos muestra el camino que hemos de recorrer todos nosotros para poder alcanzar esa promesa de nuestra resurrección.  Su vida fue y así debe ser la nuestra de una total identificación de su voluntad con la Voluntad del Padre. Sólo así podremos dar el paso a la otra Vida, al Cielo que Dios Padre nos tiene preparado desde toda la eternidad, donde estaremos en cuerpo y alma gloriosos, como está Jesucristo y como está su Madre, la Santísima Virgen María.

Por todo esto, la Resurrección de Cristo y su promesa de nuestra propia resurrección nos invita a cambiar nuestro modo de ser, nuestro modo de pensar, de actuar, de vivir.  Es necesario "morir a nosotros mismos";  es necesario morir a "nuestro viejo yo". Como nos dice San Pablo, nuestro viejo yo debe quedar muerto, crucificado con Cristo, para dar paso al "hombre nuevo", de manera de poder vivir una vida nueva. Y así como no puede alguien resucitar sin antes haber pasado por la muerte física, así tampoco podemos resucitar a la vida eterna si no hemos enterrado nuestro "yo".  Y ¿qué es nuestro "yo"?  El "yo" incluye nuestras tendencias al pecado, nuestros vicios y nuestras faltas de virtud.  Y el "yo" también incluye el apego a nuestros propios deseos y planes, a nuestras propias maneras de ver las cosas, a nuestras propias ideas, a nuestros propios razonamientos; es decir, a todo aquello que aún pareciendo lícito, no está en la línea de la voluntad de Dios para cada uno de nosotros.

Es así como, muriendo a nuestro "yo", podremos estar seguros de esa resurrección de vida que Cristo promete a aquéllos que hayan obrado bien, es decir, que hayan cumplido, como Él, la Voluntad del Padre.
La Resurrección de Cristo nos invita también a estar alerta ante el mito de la reencarnación. Sepamos los cristianos que nuestra esperanza no está en volver a nacer, nuestra esperanza no está en que nuestra alma reaparezca en otro cuerpo que no es el mío, como se nos trata de convencer con esa mentira que es el mito de la reencarnación.

Los cristianos debemos tener claro que nuestra fe es incompatible con la falsa creencia en la reencarnación.  La reencarnación y otras falsas creencias que nos vienen fuentes no cristianas, vienen a contaminar nuestra fe y podrían llevarnos a perder la verdadera fe.  Porque cuando comenzamos a creer que es posible, o deseable, o conveniente o agradable reencarnar, ya de hecho estamos negando la resurrección.  Y nuestra esperanza no está en reencarnar, sino en resucitar con Cristo, como Cristo ha resucitado y como nos ha prometido resucitarnos también a nosotros.

Recordemos, entonces, que la reencarnación niega la resurrección y niega muchas otras cosas.  Parece muy atractiva esta falsa creencia.  Sin embargo, si en realidad lo pensamos bien ¿cómo va a ser atractivo volver a nacer en un cuerpo igual al que ahora tenemos, decadente y mortal, que se daña y que se enferma, que se envejece y que sufre pero que además tampoco es el mío?

Y ¿qué significa resucitar? Resurrección es la reunión de nuestra alma con nuestro propio cuerpo, pero glorificado. Resurrección no significa que volveremos a una vida como la que tenemos ahora. Resurrección significa que Dios dará a nuestros cuerpos una vida distinta a la que vivimos ahora, pues al reunirlos con nuestras almas, serán cuerpos incorruptibles, que ya no sufrirán, ni se enfermarán, ni envejecerán ¡Serán cuerpos gloriosos!

La Resurrección de Cristo nos invita también a tener nuestra mirada fija en el Cielo.  Así nos dice San Pablo: "Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra" ¿Qué significa este importante consejo de San Pablo? Significa que, siendo la vida en esta tierra la antesala de la vida eterna, debemos darnos cuenta de cuál es nuestra meta.  Debemos darnos cuenta que no fuimos creados sólo para esta antesala, sino para el Cielo, nuestra meta, donde estaremos con Cristo, resucitados como Él en cuerpos gloriosos.

Así que, buscar la felicidad en esta tierra y concentrar todos nuestros esfuerzos en lo de aquí, es perder de vista el Cielo. Significa que si la razón de nuestra vida es que nuestra alma llegue al Cielo al morir, para después resucitar al final de los tiempos y seguir disfrutando la felicidad del Cielo, entonces en cuerpo y alma, es fácil deducir que hacia allá debemos dirigir todos nuestros esfuerzos. Nuestro interés primordial durante esta vida temporal debiera ser el logro de la Vida Eterna en el Cielo.

La resurrección de Cristo y la nuestra es un dogma central de nuestra fe cristiana.  ¡Vivamos esa esperanza!  No la dejemos enturbiar por errores y falsedades, como la reencarnación.  No nos quedemos deslumbrados con las cosas de la tierra, sino tengamos nuestra mirada fija en el Cielo y nuestra esperanza anclada en la Resurrección de Cristo y en nuestra futura resurrección.  Nuestro interés primordial durante esta vida temporal debiera ser el logro de la Vida Eterna en el Cielo.  Si así actuamos no tendríamos que temer el día del fin del mundo, ni cuándo sucederá.