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Gracias a las estupendas instalaciones que podemos disfrutar en Waingunga, y al tiempo y ganas que le han dedicado monitores, animadores y cocineros, los niños de 4º han jugado, corrido, saltado, cantado, bailado, hecho amigos y seguro que aprendido más de una cosa en un fin de semana solo con el resto de compañeros y lejos de papá y mamá.
Desde juegos tradicionales como el pañuelito o jugar al fútbol, hasta los grandes juegos y gymkhanas, pasando por el escondite al revés, talleres de relajación y una feria pirata de Nunca Jamás, confiamos que los niños lo hayan pasado como nunca, tanto que las picaduras de mosquito (que hubo muchas), magulladuras y posibles heridas y estar muy cansados no impedía que hasta en el último momento en el autobús de vuelta ya llegando al cole no parasen de cantar.
Así que espero ver a la mayoría (o a más) en la próxima acampada, y que sigan cuántos más años mejor, ya que, en mi opinión, merece mucho la pena disfrutar y formar parte de Aire Libre.