viernes, 6 de mayo de 2011

Crónica Supervivencia abril 2011 (I)

Domingo 1 de mayo: llego a casa cansada; después de un baño, una abundante cena y un masaje en los pies, me acurruco entre las sábanas y empiezo a pensar: “ya está, he llegado a Sevilla, mojada, cansada y con los pies destrozados, pero he llegado”. La idea me llena de orgullo. Muchos de nosotros nunca pudimos pensar que seríamos capaces de aguantar, de terminar.

Durante este año en el que hemos llevado a cabo nuestra formación como animadores, uno de los momentos que más hemos esperado ha sido esta acampada, la de Supervivencia:

Nos desplazamos en tren hasta la estación Cazalla-Constantina, en la Sierra Norte de Sevilla. Íbamos un poco preocupados por las previsiones de lluvia que había, ya que no queríamos resfriarnos para la Feria, pero también nos acompañaban ganas de pasarlo bien.

Al llegar a nuestra parada y dividirnos en grupos, emprendimos la marcha hacia un camping donde teníamos previsto dormir, pero la constante lluvia que nos acompañó durante el camino hizo que el grupo de logística buscase un lugar techado donde dormir. Tras una conversación monitor-alcalde, el Ayuntamiento de San Nicolás del Puerto nos cedió una nave. Después de cenar, tuvimos una dinámica en la que nuestros estados de ánimo se veían reflejados en pulseras de distintos colores; una pequeña oración y al saco.

Sin duda el sábado fue el día más duro. Desayunamos fuerte para coger fuerzas porque teníamos muchos kilómetros por delante. Quizás la jornada hubiese sido más llevadera si la lluvia hubiera cesado, pero llegados al Cerro de Hierro, con 10 kilómetros aún por realizar, con los pantalones empapados y las mochilas envueltas en bolsas de basura dejé de creer en mí y llamé a mis padres para que me recogiesen. Al poco, algo me dio fuerzas para dar los pasos que faltaban hasta Constantina, fue oír a los monitores diciendo que todos podíamos más de lo que creemos, que ese no era nuestro límite; era un verdadero reto. Fue un día en el que se vio y vivió el compañerismo que había entre todos nosotros. Lo mejor fue llegar a la piscina municipal de Constantina, donde nos permitieron establecernos. Sentaba tan bien pensar que lo habíamos logrado...rápidamente nos cambiamos la ropa mojada y el grupo encargado preparó la comida.

Por la noche, en un original taller, cantamos y bailamos sevillanas. Después de la cena y tras las historias de miedo que nos contó Fernando llegó la entrega de las pañoletas que identifican a los animadores de Aire Libre Sevilla, a los animadores novatos, los de primer año. Como todos estábamos muy cansados, nos fuimos a dormir a las tiendas de campaña que ya había montado el grupo correspondiente.

De nuevo nos remontamos al domingo 1 de mayo, el último día. Recogimos las maletas, los sacos y las tiendas, y dejamos atrás la piscina. Desayunamos y asistimos a misa en la Iglesia del pueblo. Nos pusimos en marcha hacia la estación desde la que partimos, a unos 11 kilómetros de Constantina. El camino fue duro, ya que los pies estaban machacados del día anterior y todos estábamos deseando llegar.

Llegamos, comimos bocadillos, tuvimos un tiempo de descanso y a las 18:40 horas ya estábamos sentados en el tren destino Sevilla-Santa Justa. Algunos durmieron, otros cantaron, pero todos estábamos orgullosos de un fin de semana que dejábamos atrás a medida que nos alejábamos y que siempre recordaremos.

(Hay muchos detalles de los que se ha prescindido pero los mejores son los que no hace falta que te digan para que tú mismo los recuerdes).

Ana Gallardo Robles

2 comentarios:

Joaquin dijo...

mójate un poquito!!

Paco Rubio dijo...

"Todos podemos más de lo que creemos". Recordad la vieja frase del Camino medieval vigente hoy día, caminamos todos juntos "Ultreia et suseia".
Me alegro que todo fuera bien.