Este año, optamos por realizar el
Camino Francés a pie, comenzando desde León, en un total de 13 etapas.
Llegamos a León el día 2 de Agosto,
tras un duro viaje de 12 horas en autobús. Nada más llegar, ya anocheciendo,
buscamos refugio en los albergues de la ciudad. Finalmente nos acogieron en un
convento donde, tras sellarnos las credenciales, disfrutamos de una emotiva
misa. La primera noche, tocó dormir en colchonetas.
Nos levantamos temprano al día
siguiente, deseando comenzar nuestra primera etapa que terminaría en San Martín
del Camino. El grupo formado por 3 personas (2 pertenecientes a Aire Libre),
iniciaba su particular Camino cargado de ilusiones y buenas intenciones, además
de una pesada mochila a la espalda.
Llevábamos lo necesario: poca ropa,
poco dinero, algunas medicinas y la comida del día. No hacía falta nada más lo
más importante era un puñado de ilusión.
Hicimos amigos desde el primer día,
y siempre se respiraba buen ambiente gente de muchas partes de España incluso
de Argentina . En las etapas había tiempo para todo, para reflexionar, para
observar el maravilloso paisaje, para tomar algunas fotografías, realizar vídeos…
En el albergue descansábamos,
lavábamos, jugábamos al Kiriki y hacíamos hasta una revisión del día todas las
noches para ver como había ido el día y mejorar para el próximo.
Pasamos por conocidas ciudades como
Astorga, Ponferrada y por otros clásicos lugares para Aire Libre como El Cebreiro o Molinaseca.
En Molinaseca sacamos tiempo para
tirarnos a la piscina natural, tan helada como siempre. Tras ello fuimos al bar
a beber agua. El camarero al ver nuestras camisetas nos recibió alegremente con
un -“¡Vaya!, ¿Ya estáis aquí?” Se acordaba de todos esos pequeños vestidos con
las camiseta amarillas que llenaban el bar en busca de helados o refrescos.
Tras ese agradable encuentro, pusimos rumbo a Ponferrada en una dura bajada y
una gran vuelta a la ciudad.
Las primeras etapas no resultaron ser
muy duras, pero el dolor llegaría pronto. Los dorsales, los gemelos… multitud
de músculos se resistían al final de las etapas, aunque las ampollas por suerte
nos respetaron. Nuestro amigo sí sufrió más debido una tendinitis que casi le
hace abandonar.
Llegó por fin el día, la etapa más
dura de nuestro Camino “la etapa Reina”, el ascenso a El Cebreiro. Comenzó muy bien, tranquilos y
con energía. Los primeros 23 kilómetros
eran relativamente llanos, no así los 8
restantes, en los cuales la subida superaba los 800 metros. Cada poco tiempo
teníamos que parar a descansar y beber pues era realmente duro. Además el sol
nos acompañaba, por lo que nos tuvimos que poner un sombrero, o en su defecto
una pañoleta en la cabeza cual pirata.
Finalmente llegamos a “la cima” y nos tomamos un verdadero y
reconfortante descanso en forma de siesta, de 3 horas y medios para ser exacto.
Las etapas eran realmente bonitas,
en medio de la naturaleza, con mucha vegetación, oxígeno puro, paisajes
increíbles como los Montes de León… en definitiva, Aire Libre.
Los días pasaban, y el buen
ambiente seguía reinando, ya en tierras gallegas. Nuestro grupo, que junto a
los amigos que hicimos había aumentado a 9 personas, tuvo que dividirse en las
últimas etapas, pues nosotros tres decidimos acortar un día debido a asuntos
personales que nos obligaba a adelantar un día nuestra llegada a Sevilla.
En Melide, tras una durísima etapa
(dos en una) de más de 41 kilómetros, llegamos justo a tiempo para ver la final
de Baloncesto de los JJ.OO de Londres, la cual disputaba España. Aunque el
resultado no fue favorable, disfrutamos de un gran partido en compañía de otros
peregrinos. También disfrutamos de una tapa de exquisito pulpo en la
recomendada por miembros de Aire Libre pulpería Ezequiel ,se la aconsejamos
para los próximos caminantes.
La penúltima etapa nos dejó en
Pedrouzo. Puesto que también hacíamos dos etapas en una, llegamos algo tarde,
lo suficiente para no tener albergue. Por suerte había un polideportivo donde
pudimos resguardarnos de la lluvia y dormir en colchonetas la noche antes de
llegar a Santiago.
La última etapa, cómo no, fue
especial. Era la última, solo 20 kilómetros nos alejaban de la tan esperada
ciudad de Santiago. Llovía, pero eso ya no era inconveniente con toda la
ilusión que llevábamos no nos damos ni cuenta. Habíamos sufrido mucho y ya
quedaba tan poco para la ciudad de Compostela…
Por fin llegamos a Santiago, aunque
la Catedral aún estaba lejos. Unos kilómetros más y… ahí estaba, el túnel que
nos llevaba justo a la Catedral.
Primera vez que lo cruzaba uno,
tercera para otro, pero la misma ilusión, eso seguro. Bajamos las escaleras
mirando hacia abajo, y llegamos hasta el centro de la plaza, de espaldas a la
Catedral. Contamos hasta tres y nos dimos la vuelta… Ahí estaba la Catedral,
preciosa, rodeada de cientos peregrinos, enfrente de nosotros algunos de los
integrantes incluso se emocionó , pocas palabras para describir ese momento tan
especial.
Corrimos a por la credencial y tras
ello buscamos un albergue. El dinero escaseaba y sólo pudimos encontrar uno en
el cual dormiríamos en colchonetas en el cuarto de la lavadora. Daba igual,
deseábamos ir rápido a la Catedral para no perdernos la Misa del Peregrino.
La Misa fue muy emotiva, comulgamos
y nos confesamos. Aunque la Catedral estaba a rebosar, tuvimos tiempo para
hacernos decenas de fotos, visitar la tumba del Apóstol, abrazar al Santo…
Esa noche salimos por Santiago,
junto a nuestros amigos que también acortaron una etapa al final, y nos lo
pasamos genial, tomando algo típico de allí como era la “Queimada” y recordando
momentos que nunca se nos olvidran.
Esta es nuestra historia, lo
“fácil” de contar, pero hay otras muchas cosas, cosas que no se pueden explicar
con palabras, cosas y experiencias que hay que vivirlas.
Los momentos que se viven en el
Camino son muy difíciles de vivir en otro sitio, los actos de generosidad
desinteresada, las amistades que se crean o que se refuerzan, así como los
momentos personales con uno mismo y con Dios.
Por todo y esto y por mucho más
recomendamos que, al menos una vez en vuestra vida, realicéis el Camino de Santiago.
De verdad, merece la pena.
“El dolor es pasajero, pero la
gloria es temporAL”
Un cordial saludo.
José Joaquín Gragera Contador y Juan Romero de Terry
1 comentario:
enhorabuena por el articulo. el camino atrapa. ojala un dia caminemos juntos. ultreia et suseia!
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