Los días previos a la salida, cerrada
para el 20 de mayo, fueron de preparación de la BTT (Bicicleta Todo Terreno), aunque hubiera
alguna que otra bicicleta que de “todo terreno” tuviese más bien poco.
A las 09:00 horas de ese ansiado día quedamos
en la estación de Santa Justa para empezar esta experiencia que, sin duda, no
se olvidará jamás. Un viaje en tren lleno de preguntas curiosas por la
bicicleta del otro y de miradas al cielo desde la ventana para ver qué nos iba
a deparar el día. Se llegó a la estación
de Cazalla-Constantina en unas condiciones climatológicas no muy buenas para
hacer una ruta, por lo que mientras ultimábamos detalles nos resguardamos bajo un
techo que en AL ya es conocido por otras ocasiones, como supervivencia el
pasado curso. Escampó, y por fin, comenzamos a pedalear rumbo Villanueva del Río
y Minas, nuestro destino.
Pasaron tan sólo cinco minutos y ya
nos habíamos confundido de sendero ya que, a pesar del GPS tan bueno que
llevábamos, no supimos usarlo correctamente hasta bien entrada la ruta pero… ¿qué
más da?, dimos media vuelta y tomamos el camino correcto. El tramo desde la
estación de partida hasta El Pedroso fue el más duro; ya que nos llovió, se
pinchó alguna que otra cámara y, a causa de nuevas pérdidas, tuvimos que saltar
alguna que otra valla. Quiero que quede también reflejado, y por escrito, en
este pequeño resumen, el cruce del río por parte de algunos integrantes del
grupo en bicicleta pues fue un momento para enmarcar, ¡qué valentía!
Llegamos a El Pedroso con muchas dudas
de continuar hasta Villanueva, había bicicletas que se habían estropeado, parte
del personal estaba cansado y el tiempo no era muy favorable. Y cómo pensar
mejor esta difícil decisión que tomando un generoso surtido de tapas en una de
las plazas del precioso pueblo. Terminando de almorzar y con un “no” a continuar
con la ruta, nos disponíamos a coger el tren desde El Pedroso cuando de repente
nos paramos a reflexionar; pusimos los pies en la tierra y afianzamos que, en
AL no nos rendimos tan fácilmente, y menos en un día como ese. Por lo tanto,
nos montamos en nuestras respectivas “burras” y emprendimos nuevamente el
camino. Un camino marcado por la caídas, por nuestros amigos los gansos y por
la cara de algún otro al llegar a la estación de Villanueva. Este segundo tramo
fue bastante más llevadero, aunque la prisa por llegar y no perder el tren no
nos dejara disfrutar plenamente del bucólico paisaje.
Frío, lluvia, viento, caídas… ¿y qué? Ha
sido una experiencia inolvidable. Esperamos poder seguir disfrutando de
actividades así dentro de la Asociación.
El curso que viene, más y mejor. Os lo
aseguro.
Jacobo Fdez Ruiz de Terry
1 comentario:
Increíble descubrimiento para mí en el mundo del deporte con un toque de de la naturaleza más pura.
Una nueva afición y una nueva actividad para el cALendario de la Asociación.
Se la recomiendo a todos los asociados que estén "en forma" jajajajaja
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