Mi
historia comienza cuando yo era un “mico”. Llegué sin conocer a nadie, con una
camiseta que perfectamente podría haber sido un camisón, una maleta llena de
ilusión y una sonrisa de oreja a oreja. Tenía tan solo seis años y estaba ante
mi primer campamento; al que también llegaban los chavales de Canarias, Sevilla
y Don Benito. No me importó que todos fueran mayores que yo porque en seguida,
todos y cada uno de ellos, me acogieron… Y la llama de esta gran familia se hizo
un hueco en ese pequeño corazón. Bastaron unos días, muy pocos, para que mi meta fuese llegar a ser MONITOR,
a pesar de que para ello tuvieran que pasar algunos años más.
Con
el mismo paso del tiempo mucha gente se quedó en el camino, otros, en cambio, siguieron.
Y es que cuando uno se hace “mayor” le surgen otros planes para esa segunda
quincena de julio que cobran más importancia. No fue mi caso, pues el mío seguía
siendo montarme en el autobús, dispuesto
a pasar 15 días mágicos como un miembro más de la familia claretiana.
Segovia,
Zamora, León, Soria y Salamanca son algunos de los destinos a los que más de
una vez hemos retornado. Si te soy sincero querido amigo, son sólo dos semanas
en las que los días se te pasan volando, pero las experiencias, las historias, las
risas que surgen son innumerables… tanto es así que la AMISTAD que se forja es muy
sólida. No importa la distancia que te separe de esas personas, porque forman
ya parte de tu vida y no pasa un día en el que no te acuerdes de ellas. Quien
sabe de esto entiende a qué me refiero…
Y en
un abrir y cerrar de ojos, de repente te das cuenta que ya no sólo no eres el
más chico del campamento sino que además estás en tu último año de acampado. Cuando
esto llegue, sencillamente, ¡aprovecha! Quizás tras este verano a muchos no los
vuelvas a ver probablemente en mucho
tiempo, pues llega el momento de pegar un gran salto para seguir formándote
como animador. Y créeme, esta etapa, que dura únicamente tres años, volverá a
pasar demasiado rápido. En ella aprenderás el verdadero sentido del SERVICIO,
de ayudar sin esperar nada a cambio, donde la SONRISA de regreso por tu trabajo
será tu mejor salario. La amistad será aún más férrea ya que con tus compañeros
vivirás multitud de anécdotas dignas de ser recordadas. No creo poder resumir
este período en una frase, mas tal vez estas palabras te ayuden a comprender un
poco de qué va esto del servicio y de ser parte de la familia del Claret: “El
turista exige, el peregrino agradece”. ¿Qué tipo de persona eres o quieres ser? Te dejo que reflexiones sobre ello.
Objetivo
conseguido. Ya no eres un chaval de cuarto de primaria al que le hacen sonreír,
ahora eres tú el que fabrica esas sonrisas, eres el modelo a seguir por decenas
de niños, eres MONITOR. Nuevas anécdotas y nuevas vivencias, amistad para toda
una vida, créeme. Pero también un enorme trabajo entre bastidores para la gran
función que acontecerá durante otros 15 días; que para no variar, vuelan a una
velocidad de vértigo. Cuando te das cuenta, las maletas están hechas, las
tiendas recogidas y rumbo a casa estás haciendo planes para el próximo año.
Sé que
todo tiene un principio y un final. Tengo 19 años y, después de 13, no entiendo
un verano sin mi plan de ir a un campamento Claret. Pero llegará el momento en
que mi etapa termine y querré que me reemplaces como creador de sonrisas. No importa de dónde seas ni qué estudias
porque en tus manos también está el ser y hacer feliz, el transmitir valores
cristianos a las nuevas generaciones con las que se sustentará nuestro futuro.
No
te prometo dormir bien ni tener las mayores comodidades del mundo, pero sí te
garantizo dos semanas que no querrás que terminen jamás.
Un
abrazo, compañero.
Alfonso Carrasco Gómez
3 comentarios:
¡¡Enhorabuena Alfonso!!, me siento totalmente reflejado en esas líneas. Tengo 28 años y todavía me acuerdo todos los 17 julio del campamento. Disfruta, te quedan 3 o 4 años de campamentos llenos de risas y anécdotas. Después pasarás a la vieja guardia y con un ¨refresquito¨ recordarás tu amado campamento.
Un abrazo y gracias por mantener vivo este espíritu, que nunca se acabará.
Increíble, se le llenan los ojos de lágrimas a cualquiera.
Un abrazo
Soy madre de tres niños y aunque yo no fui al Claret, si lo hizo mi marido, el cual guarda unos recuerdos inolvidables y sobre todo de los campamentos. Es por eso por lo que he entrado en esta página para informarme y me ha parecido precioso lo que has escrito, vamos que me están entrando ganas de irme hasta yo...Me alegro mucho de haya jovenes tan implicados en los valores cristianos y que disfruten tanto con ello. Sin duda intentaré que mis hijos vivan esos momentos tan bonitos que cuentas. Un abrazo.
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